Ramón Turró y Darder nació en la localidad de Malgrat de Mar, perteneciente a la provincia de Barcelona, el 8 de diciembre de 1854. Este destacado intelectual español se formó inicialmente como veterinario y biólogo, pero sus intereses y contribuciones se extendieron a la filosofía, lo que le permitió dejar una huella importante en varias disciplinas. A pesar de la ausencia de un título médico formal, la trayectoria de Turró refleja un perfil mayoritariamente autodidacta, con un interés profundo y sincero por la ciencia y el conocimiento.
Inicios en la Carrera Profesional
En 1871, Ramón Turró comenzó a estudiar Medicina con la intención de seguir una carrera en el campo de la salud. Sin embargo, su destino lo llevó en otra dirección cuando decidió no terminar la carrera. Durante sus años de formación, su espíritu inquieto lo llevó a alistarse como voluntario para luchar en la Tercera Guerra Carlista. Esta experiencia no solo forjó su carácter, sino que también le permitió vivir situaciones extremas que moldearon su visión del mundo y de la ciencia.
Después de su participación en la guerra, Turró se trasladó a Madrid en 1875. En la capital española, empezó a trabajar como periodista, desempeñando un papel activo en publicaciones como El Siglo Médico y El Progreso. En estas revistas especializadas, Turró se dedicó a difundir sus opiniones sobre temas científicos de la época, contribuyendo con artículos polémicos como aquellos que debatían la fórmula de la vida propuesta por José de Letamendi. Estos escritos no solo reflejaron su talento para la narrativa, sino también su capacidad para entender complejas cuestiones científicas y presentarlas de forma accesible.

Regreso a Barcelona y Carrera en el Laboratorio Microbiológico
Tras una etapa en Madrid, Ramón Turró regresó a Barcelona en 1884, donde su destino profesional dio un giro importante. En 1887, se unió al Laboratorio Microbiológico Municipal de Barcelona, una institución crucial para el desarrollo científico en Cataluña y España durante finales del siglo XIX y principios del siglo XX. Este laboratorio no solo proporcionaba servicios a la ciudad, sino que también era un centro de innovación científica y de formación para futuros investigadores.
En 1906, Turró fue nombrado director del Laboratorio, un cargo que desempeñó con dedicación y que le permitió impulsar distintos avances científicos. Su liderazgo no solo se enfocó en la investigación, sino también en la aplicación práctica de la ciencia en el ámbito urbano, lo cual se demostró claramente durante su intervención en la epidemia de tifus de 1914. Al identificar la contaminación en uno de los suministros de agua de Barcelona como la causa del brote, Turró ordenó el cierre de esta fuente, acción que detuvo la propagación de la enfermedad, aunque también le valió críticas de ciertos sectores de la prensa y del mismo Ayuntamiento.
Contribuciones en el Campo de la Inmunología
- La circulación de la sangre (1881): su primer trabajo significativo en el ámbito de la biología.
- La inmunidad (1894): un estudio profundo sobre los mecanismos inmunitarios del cuerpo humano.
- El origen y naturaleza de las alexinas (1903): investigación sobre componentes del sistema inmune.
- El problema clínico (1910): coautoría con Augusto Pi y Suñer, centrado en cuestiones clínicas relevantes.
A lo largo de su carrera, Turró se dedicó a la investigación de temas inmunológicos, lo que le permitió ampliar el conocimiento en esta área. Sus publicaciones contribuyeron al entendimiento de los mecanismos defensivos del cuerpo humano y plantearon nuevas teorías sobre cómo el organismo combate y previene enfermedades. Sus estudios se adelantaron a su tiempo y sentaron precedentes en el tratamiento de diversas patologías.

Presencia en la Comunidad Científica
Ramón Turró fue una figura prominente en el escenario académico y científico de Barcelona y, por extensión, en toda España. Fue miembro activo de varias instituciones de renombre, entre ellas la Academia de Medicina de Barcelona, de la cual se convirtió en presidente durante el período de 1908 a 1910. Su compromiso con la ciencia le permitió involucrarse en el Instituto de Estudios Catalanes y ser uno de los fundadores de la Sociedad de Biología de Barcelona en 1912, organización que también presidió de 1920 a 1924.
La participación de Turró en estas entidades no se limitó exclusivamente a títulos honoríficos, sino que también formó parte de una red de colaboración científica internacional. Fue corresponsal de diversas sociedades extranjeras, como la Sociedad de Biología de París y la Academia de Medicina y Cirugía de Buenos Aires. A lo largo de su carrera, Turró formó y trabajó junto a un nutrido grupo de discípulos, destacándose Manuel Dalmau y Matas, Augusto Pi y Suñer, y Leandro Cervera. Estos colaboradores siguieron su legado y contribuyeron al avance de la ciencia en el país.
Publicaciones Filosóficas y Psicológicas
Además de sus estudios en inmunología y microbiología, Ramón Turró se interesó profundamente por la filosofía y la psicofisiología, desarrollando obras de gran impacto en estos campos. Su enfoque filosófico estuvo fuertemente influenciado por el positivismo de la época, dialogando con las corrientes deterministas y experimentalistas propias del pensamiento científico del momento.

Entre sus trabajos filosóficos se destacan Els Orígens del Coneixement: la Fam (1912), un ensayo que explora el conocimiento humano a través de la experiencia del hambre y el enfoque sensorial. En su obra Filosofía crítica (1919), Turró se adentró en un análisis detallado del pensamiento kantiano, aspirando a fusionar la filosofía con los descubrimientos científicos de su tiempo para establecer un diálogo entre la ciencia y la filosofía del conocimiento.
Teoría de la Sensibilidad Trófica
- Relación del hambre con la percepción del mundo y el conocimiento humano.
- Influencia de la reflexiología y psicofisiología en sus teorías.
- Planteamiento de un método experimental aplicado al estudio psicológico.
- Cuestionamiento de las categorías a priori kantianas desde una perspectiva científica.
Turró consideraba que el conocimiento se originaba a partir de las necesidades fisiológicas básicas, como el hambre, y que estas experiencias eran centrales para la construcción de la realidad objetiva. Esta perspectiva lo llevó a proponer una interpretación del conocimiento humano que combinaba elementos de mecanicismo y objetividad, alejándose de las posturas filosóficas introspectivas dominantes de su tiempo.
Legado y Filosofía Crítica
El legado de Ramón Turró es fruto de su prolífica producción científica y filosófica, que no solo cruzó fronteras nacionales sino también disciplinares. Su obra La base tròfic de la intel·ligència (1917) y la posterior Disciplina mental (1924) reflejan su intento por explorar y definir las bases fisiológicas y tróficas del intelecto humano. En estos trabajos, Turró subrayó la necesidad de aplicar un enfoque científico y riguroso al estudio de la mente y la conciencia.
En su obra cumbre, Filosofía crítica, Turró propuso un análisis detallado de las implicaciones del conocimiento científico frente al idealismo. Buscó reconciliar el método experimental con la filosofía tradicional, cuestionando los supuestos del conocimiento puro propuestos por Kant. Su objetivo era limpiar la filosofía de especulaciones no empíricas y anclarla firmemente en la realidad observable, argumentando que los procesos sensoriales y motrices son claves en la interpretación de la realidad.
Impacto del Método Experimental en la Filosofía de Turró
- Confianza en el empirismo y relegación del idealismo abstracto.
- Interacción entre la biología y la filosofía como enfoque integrador.
- Innovador uso de la psicofisiología para reinterpretar el conocimiento humano.
- Contextualización de sus aportes dentro del positivismo del siglo XIX.
La obra de Turró se destaca por su abordaje holístico e interdisciplinario, donde los límites entre ciencias puras y humanidades se desdibujan y reconfiguran. Su influencia en diversos campos del saber se mantiene vigente, inspirando a generaciones futuras de investigadores que buscan entender la complejidad del conocimiento humano y los procesos biológicos subyacentes. Así, el recorrido intelectual de Ramón Turró continúa siendo un referente en la confluencia entre ciencia, filosofía y la búsqueda del conocimiento auténtico.