Vida Icónica VIDAICÓNICA

Pío del Río Hortega

Información general

Nombre completo Pío del Río Hortega
Descripción Neurocientífico español
Fecha de nacimiento 05-05-1882
Lugar de nacimiento
Fecha de fallecimiento 01-06-1945
Nacionalidad España
Ocupaciones neurocientífico, médico
Grupos Real Sociedad Española de Historia Natural
Idiomas español

Pío del Río Hortega nació en Portillo, un pequeño municipio de la provincia de Valladolid, el 5 de mayo de 1882, y su vida estuvo marcada por una curiosidad científica que lo llevó a recorrer Europa y más allá para renovar la comprensión del cerebro. Fue médico e investigador de origen español, reconocido por su labor pionera en histología del sistema nervioso y, sobre todo, por haber descrito una glía que abrió nuevas rutas en la neurobiología. Su nombre quedó ligado a la Escuela Histológica Española y al descubrimiento de una célula glial clave, popularmente conocida como las células de Hortega.

Biografía

Formación e investigación

Hijo de una familia numerosa, Pío fue el cuarto de ocho hermanos y desarrolló sus primeros años académicos en su localidad. Más tarde, estudió medicina en la Facultad de Medicina de la Universidad de Valladolid, obteniendo la licenciatura en 1905. Su vocación lo llevó a ejercer como médico en Portillo durante dos años, pero pronto decidió dedicar su talento a la investigación. En 1913 recibió una beca de la Junta para Ampliación de Estudios, lo que le permitió ampliar su formación en ciudades europeas relevantes: Berlín, Londres y París.

Regresó a España en 1915 para integrarse al Laboratorio de Histología Normal y Patológica, fundado por la propia Junta, donde trabajó junto a Nicolás Achúcarro. A la muerte de Achúcarro, en 1918, Pío pasaría a encabezar la continuidad de ese legado científico. En 1917 asumió la Secretaría de la Sociedad Española de Biología, organización que entonces dirigía Ramón y Cajal, lo que le permitió consolidar una red de contactos y proyectos. En 1920, una ruptura institucional lo llevó a una reubicación crucial en el ámbito de la investigación.

En ese año, la JAE le asignó dirigir un laboratorio dentro de la Residencia de Estudiantes, un centro donde llegaban destacados científicos de toda Europa para compartir métodos y resultados. Fue un periodo decisivo para la formación de una generación de investigadores que adoptaron sus enfoques de observación y técnica histológica. En los años siguientes, su prestigio fue climbing: en 1926 fue elegido presidente de la Real Sociedad de Historia Natural y, al año siguiente, ingresó en la Sociedad de Biología de París. En 1928 asumió la jefatura de la Sección de Investigación del Instituto Nacional del Cáncer, cargo que ejerció con visión de consolidar líneas de estudio que combinaran clínica y patología, y que pasó a dirigir poco después.

La historia previa de Río Hortega se caracteriza por su empeño en aplicar y perfeccionar técnicas de tinción y impregnación para observar con gran detalle la estructura del tejido nervioso. Su labor no solo profundizó en la célula neuronal, sino que abrió una ventana a la comprensión de la neuroglía. En esa etapa ya colaboraba con las ideas de Achúcarro y, con el tiempo, su propio nombre quedó asociado a innovaciones metodológicas que trascendieron fronteras.

Microglía o células de Hortega

Para examinar las células del tejido nervioso, Río Hortega combinó la técnica del tanino y de la plata que heredó de Achúcarro, y desarrolló varias variantes que le permitieron resaltar estructuras internas de las células. Con ello pudo distinguir, entre otras, a la neurona y a la neuroglía con mayor claridad. Posteriormente perfeccionó el método con el carbonato de plata amoniacal, orientando su investigación hacia la neuroglía para ampliar el entendimiento de este tipo de células.

Sus hallazgos ganaron reconocimiento internacional: el método le permitió replantear el organigrama del sistema nervioso central, ya que en 1919 pudo delimitar el componente denominado tercer elemento de Cajal, identificando, por primera vez, la microglía y los oligodendrocitos. Con ello, quedó establecida la base para clasificar correctamente dos de las cuatro tipologías celulares fundamentales del sistema nervioso central. La comunidad científica difundió ese término gracias a la popular denominación de células de Hortega, consolidando su nombre en la historia de la neurobiología.

Además de esa línea, Río Hortega exploró la epífisis o glándula pineal, ampliando horizontes más allá de las fronteras de Achúcarro y de otros predecesores. También incursionó en la biología de los tumores que pueden surgir en el sistema nervioso, una temática que le llevó a sentar bases para la oncología neuropática. En 1930 impulsó la creación de una colección de documentos y hallazgos bajo el título Archivos Españoles de Oncología, un recurso que buscaba estructurar el conocimiento disponible hasta entonces.

Propuesta de Nobel, filiación política, exilio y nuevas investigaciones

El trabajo de Río Hortega fue reconocido en repetidas ocasiones: fue propuesto para el Premio Nobel de Medicina en 1929 y, posteriormente, en 1937, durante un periodo convulso de la historia española. En 1939 se publicó en divulgación popular uno de sus hallazgos sobre la microglía, elevando su estatus como figura de referencia para el gran público. Su filiación republicana le llevó a adherirse a la Segunda República y a firmar un manifiesto de apoyo a ese régimen.

Tras la victoria del bando sublevado, la vida de Río Hortega dio un giro migratorio: primero encontró refugio en Inglaterra y, poco después, en Argentina, acompañado de su pareja, Nicolás Gómez del Moral. En ese periodo fundó un laboratorio significativo gracias a la colaboración de la Institución Cultural Española en Buenos Aires, que denominó Ramón y Cajal en homenaje a su maestro. Allí se dedicó a reorganizar sus proyectos, quien supo atraer a discípulos de distintas procedencias como Moisés Polak, Herberto Prieto Díaz o Amanda Pellegrino de Iraldi, entre otros.

En 1933 participó en la fundación de la Asociación de Amigos de la Unión Soviética, un movimiento cultural y científico que buscaba abaratar distancias entre corrientes de pensamiento en aquellos años de gran polarización. En octubre de 1936, cuando la Guerra Civil española obligó a miles de intelectuales a abandonar el país, siguió al gobierno de la Segunda República a Valencia y, después, se exilió en París. En la capital francesa trabajó bajo la tutela del gran neurocirujano Clovis Vincent en la Pitié-Salpêtrière, y obtuvo la Legión de Honor francesa.

La contingencia lo llevó luego a la Universidad de Oxford, donde fue distinguido como doctor honoris causa y coincidió con figuras como Severo Ochoa, Josep Trueta, José Castillejo y Salvador de Madariaga. Con el estallido de la Segunda Guerra Mundial, aceptó seguir su laboratorio en el extranjero, pero acabó radicándose en Argentina a partir de 1940. Allí organizó de nuevo su entorno de trabajo y convocó a diversos discípulos para continuar con sus estudios histológicos y histopatológicos.

En Buenos Aires, Río Hortega volvió a explorar con rigor la neuroglía y la relación de las células satélite que rodean a las neuronas de los ganglios nerviosos y del sistema nervioso vegetativo. Sus investigaciones destacaron la posibilidad de equiparar dichos gliocitos a la oligodendroglía, lo que representó una síntesis decisiva para la interpretación de la conectividad y la función neural. También trabajó intensamente en tumores del sistema nervioso y colaboró con la Escuela Neurobiológica Argentino-Germana de Christofredo Jakob, en una etapa en que la cooperación internacional impulsaba el progreso médico.

Uno de sus hallazgos iniciales, el descubrimiento en 1916 de cilios móviles en las neuronas, aportó una pieza para las discusiones evolutivas sobre la marcha evolutiva del sistema nervioso, un tema que volvería a cobrar relevancia en décadas posteriores gracias a la labor de los científicos que se inspiraron en sus observaciones. Aunque la lectura contemporánea de esa línea de investigación fue compleja, el impacto de su método y su demostración sobre la estructura celular del cerebro se mantuvo como guía para la neurohistología.

Fallecimiento en Argentina

Falleció el 1 de junio de 1945 en Buenos Aires, víctima de un cáncer que él mismo había detectado y comunicado. Sus restos fueron inicialmente enterrados allí, y en 1986 se trasladaron al Panteón de Hombres Ilustres de Valladolid, situado en el Cementerio de El Carmen, como reconocimiento a su procedencia y a su legado científico. Su tránsito marcó una trayectoria de lucha intelectual que trascendió el país y las fronteras, dejando un rastro de inquietud por comprender la vida a nivel molecular y estructural.

Homenajes

En Valladolid se le han dedicado diversos cultivos del recuerdo: el Hospital Universitario Río Hortega lleva su nombre, así como una calle y un instituto de Educación Secundaria, en reconocimiento a sus contribuciones y a la huella que dejó en la historia de la medicina y la ciencia local. En el municipio natal de Portillo existen también proyectos educativos y espacios públicos que evocan su nombre, como una calle y centros de enseñanza primaria y secundaria que conservan su memoria y su legado.

Reconocimientos

  • Propuesto en dos ocasiones para el Premio Nobel de Medicina (1929 y 1937), reconocimiento a una trayectoria que unió medicina clínica y biología celular.
  • Doctor honoris causa por la Universidad de Oxford, distinción que marcó su reconocimiento en el mundo anglosajón y continental.
  • Una estatua erigida en el Museo de la Ciencia de Valladolid, que perpetúa su memoria en un espacio dedicado a la historia de la investigación biológica.
  • Condecoración póstuma con la Gran Cruz de la Orden Civil de Sanidad, revisión de su trayectoria como aportación esencial para la salud pública de su época y posteriores generaciones.