Vida Icónica VIDAICÓNICA

Rita Levi-Montalcini

Información general

Rita Levi-Montalcini fue una neuróloga italiana cuyo legado científico abrió rutas decisivas para entender el crecimiento de las células nerviosas. Nacida en Turín el 22 de abril de 1909 y fallecida en Roma el 30 de diciembre de 2012, su trayectoria combinó una vocación de investigación persistente con un compromiso humano notable. Sus descubrimientos sobre los factores que regulan el desarrollo neuronal se consolidaron como pilares de la neurociencia moderna y le valieron uno de los galardones más prestigiosos del siglo XX.

Adolescencia y juventud

La vida de Rita se inició en Turín, donde llegó al mundo como la más joven de cuatro hermanos, compartiendo la infancia con su hermana gemela Paola, destinada a destacarse en el arte. Su progenitor, Adamo Levi, ejercía como ingeniero eléctrico con una marcada aptitud para las matemáticas, mientras que su madre, Adele Montalcini, cultivaba la pintura. En la casa de su juventud se respiraba cultura y curiosidad, rasgos que marcarían su carácter independiente y su deseo de explorar más allá de los roles tradicionales de la época.

El mayor de sus hermanos, Gino, siguió una senda profesional en arquitectura que le conferiría reconocimiento en su ámbito, mientras que Adamo Levi defendía una visión conservadora respecto al papel de la mujer ante la educación superior. A la vez, la hermana mayor Anna transmitió a Rita la fascinación por la literatura y, en particular, el espíritu de la escritora , sembrando en la joven la semilla de un deseo por la creatividad. No obstante, el destino dio un giro cuando la familia enfrentó la pérdida de Giovanna, niñera y amiga de la casa, cuyo fallecimiento por cáncer dejó una marca profunda y reforzó la decisión de Rita de perseguir una carrera en medicina, impulsada por la idea de servir a los demás con rigor y curiosidad. Después de ese trance, la joven logró obtener el apoyo indispensable de su padre para emprender la ruta académica que había imaginado, accediendo a la Facultad de Medicina de la Universidad de Turín.

En esa etapa formativa, Rita convirtió el encuentro con referentes académicos en una fuente de motivación. Entabló amistad con personajes brillantes como Salvador Luria y Renato Dulbecco, quienes serían posteriormente galardonados con el premio Nobel por sus aportes a la biología y la medicina. Bajo la enseñanza del célebre histólogo Giuseppe Levi, la joven recibió un impulso hacia el rigor metodológico y la exigencia de un planteamiento científico serio, valores que sostendrían su carrera durante décadas. En 1936 obtuvo su licenciatura y dio inicio a la especialización en neurología y psiquiatría, decisión que la llevó a permanecer en la universidad como asistente de Giuseppe Levi y a prepararse para un horizonte que cambiaría el mapa de la neurociencia.

Dificultades durante el régimen de Mussolini

En 1937, con la irrupción de las políticas raciales impulsadas por el régimen de Mussolini, la trayectoria de Rita se enfrentó a un obstáculo decisivo: su origen judío, registrado en las leyes que restringían el acceso a la investigación para las personas de esa procedencia, convirtió su labor en un camino plagado de peligros. En ese contexto, encontró refugio temporal en Bruselas, donde trabajó como investigadora invitada en un instituto neurobiológico, una experiencia que le permitió continuar su labor sin perder la conexión con la comunidad científica a pesar de la persecución.

Con la amenaza de la invasión alemana que se cernía sobre Bélgica, en 1940 decidió regresar a Turín junto a su familia, instalando en su dormitorio un modesto laboratorio que le permitió proseguir experimentos fundamentales. Una fuente de inspiración fue un artículo de Viktor Hamburger sobre la pérdida de extremidades en embriones de aves, idea que orientó su atención hacia el crecimiento de las fibras nerviosas en condiciones experimentales controladas. En 1943, la guerra obligó a huir de nuevo hacia el sur de Italia; la familia se salvó gracias a la ayuda de amigos no judíos, y en un entorno precario llevó adelante trabajos con sustancias classificadas hoy como factores neurotróficos, trabajos que sentarían las bases de su investigación posterior.

Carrera académica tras la Segunda Guerra Mundial

Una vez finalizada la conflagración, Rita regresó a la Universidad de Turín y retomó sus labores docentes e investigadoras. En 1947, el profesor Viktor Hamburger le ofreció un puesto de investigadora asociada en la Universidad de Washington en St. Louis, oportunidad que aceptó y que marcó la apertura de una etapa prolífica que duraría treinta años. En ese periodo, identificó la proteína que las células nerviosas liberan para estimular el crecimiento de las ramas de neuronas vecinas, un hallazgo que comentó en múltiples contextos y que se convertiría en un hito de la neurobiología. En 1952 logró aislar el factor de crecimiento nervioso (NGF), sustancia que emerge de ciertos tumores y que induce la extensión de las fibras nerviosas, un descubrimiento que transformó la visión contemporánea sobre la plasticidad y el desarrollo del sistema nervioso.

Tras aquella etapa en Estados Unidos, retornó a Italia y asumió roles de liderazgo en Roma, donde impulsó la creación y dirección de laboratorios y centros de investigación dedicados a la neurociencia y a la biomedicina. Su labor en ese periodo consolidó una red de instituciones que, bajo su guía, promovieron la formación de generaciones de jóvenes científicos y fortalecieron la presencia italiana en la escena internacional de la investigación biomédica.

En las dos últimas décadas del siglo XX, su labor también contribuyó a ampliar la comprensión de los mecanismos inmunológicos y patológicos relacionados con los mastocitos, células que juegan un papel clave en diversas condiciones clínicas. En ese marco, identificó la palmitoiletanolamida como un modulador endógeno capaz de influir en la actividad de estas células, una línea de investigación que abrió nuevas vías para entender respuestas inflamatorias y patológicas.

Premios y honores

  • 1968: se convirtió en la decimoctava mujer admitida a la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos.
  • 1983: recibió junto a Stanley Cohen y Viktor Hamburger el Premio Louisa Gross Horwitz en Biología y Bioquímica de la Universidad de Columbia.
  • 1986: obtuvo el Premio Nobel de Fisiología o Medicina, compartido con Stanley Cohen, por sus trabajos sobre el factor de crecimiento nervioso.
  • 1987: recibió la Medalla Nacional de la Ciencia, el máximo reconocimiento de la comunidad científica de Estados Unidos.
  • 1999: fue nombrada Embajadora de Buena Voluntad de la FAO, reflejo de su compromiso con la educación y la cooperación internacional.
  • 2000: fue designada senadora vitalicia por la presidencia de la República italiana, reconocimiento institucional a su trayectoria y su impacto social.
  • 2005: inauguró en Roma la sede del Instituto Europeo de Neurociencia.
  • 2006: recibió un doctorado honoris causa en ingeniería biomédica por el Politécnico de Turín.
  • 2008: recibió otro doctorado honoris causa, otorgado por la Universidad Complutense de Madrid.
  • 2011: fue investida como doctora honoris causa por la Universidad McGill.

Otros reconocimientos

En abril de 2016, la comunidad científica y botánica rindió homenaje a su memoria mediante la designación de una orquídea en su honor: Ophrys × montalciniae, un híbrido que ensambla características de dos especies cercanas y que lleva su nombre como tributo a su influencia en el mundo de la ciencia y la cultura.

Personalidad y opiniones

Quienes conocieron a Rita Levi-Montalcini destacan su elogio constante hacia sus padres y el ambiente afectuoso que marcaría su formación, en el que la cultura y la curiosidad se entrelazaban. Durante la Segunda Guerra Mundial, mantuvo contacto con las redes de resistencia y fue testigo de las tensiones que condicionaban la vida de quienes, como ella, debían enfrentarse a la persecución. En ocasiones consideró alistarse; sin embargo, decidió no exponer a su familia y optó por contribuir desde la enfermería y la medicina voluntaria, apoyando a refugiados en bases aliadas. Aunque la experiencia fue de gran peso, la religiosa o espiritualidad nunca fue un obstáculo para su enfoque científico.

Contribuciones y legado

La labor de Rita Levi-Montalcini dejó una impronta duradera en la forma de concebir el crecimiento y la maduración del tejido nervioso. Su dedicación a la formación de nuevas generaciones de científicos y su defensa de la investigación básica como motor del progreso social fueron rasgos constantes a lo largo de su vida pública y académica. Más allá de los logros individuales, su ejemplo ilustró cómo la persistencia, la ética y la responsabilidad social pueden coexistir con una carrera científica de alto nivel. Su vocación de servicio y su empeño por ampliar las oportunidades para las jóvenes investigadoras se convirtieron en una parte esencial de su identidad y de la memoria colectiva de la comunidad científica internacional.